DESGRANANDO EL PAISAJE SERRANO SEGUREÑO
Es preciso tener el alma ávida para contemplar la soberana grandeza de los parajes forestales; de internarse en la espesura y espaciar la mirada en las estribaciones abruptas, las quebradas rumorosas, las vertientes, las hoyas, los calveros, los meandros; de sentirse acariciado por el aroma embriagador de los pinos y respirar a "pulmón lleno", en plena Naturaleza.
La sierras ofrecen al hombre que las ama los siempre inéditos atractivos de sus bellezas incomparables: el tapiz de la vegetación arbustiva, los declives bravíos en que florecen y maduran los frutales de los pequeños huertos serranos, dónde el agua discurre, peñas abajo; la soledad sonora de los paisajes de la montaña que parece "grata medicina" para remozar el cuerpo y el alma del ser humano.
Todo es en esta sierra, grande, majestuoso, diriamos que solemne: con una solemnidad augusta que recoge las almas y las concentra en sí mismas a modo de éxtasis: Todo es magnífico, en aquel cielo azul cobalto, sereno y radiante, que cobija tantas grandezas; aquellas soberbias moles de piedras gigantescas, colocadas al parecer, caprichosamente por manos de "titanes" que pretendieran escalar el cielo--desde dónde la vista descubre ampilos horizontes y misteriosos panoramas--coronadas de enormes rocas cubiertas de musgo, que afectan a multitud de formas en que la fantasía popular adivina las lineas y contornos, dónde crecen toda clase de arbustos, y en los que se mezcla el aliento balsámico de los pinares, con el acre aroma penetrante de los enebros, del tomillo, la salvia, el romero y de múltiples aromáticas plantas; aquellas masas de espesas arboledas y macizos naturales de flores silvestres que se asoman al borde de profundos barrancos, y festonean los inmensos precipicios en competencia con los pájaros cantores que anidan en la floresta umbrosa; aquellas cañadas misteriosas y profundas, dónde penetran los rayos del sol, tibiamente iluminados por una luz discreta, como cernida através de la espesura de las hojas: aquellos prados, tapizados de fina y menuda hierba, dónde pastan numerosos rebaños que alegran con el tintiineo el silencio del paisaje serrano, repleto de soledades melancólicas, engendradorad de los más dulces ensueños...
Y es que, esta Sierra está repleta de colores, sensaciones y prodigios, como si se tratase de una paleta única multivariada y única, que en este ricón segureño proliferan--quizas con más abundancia que en parte alguna--
Andrés Quero Moreno