EL PÀISAJE DE SEGURA DE LA SIERRA, A MODO DE PINCELADA POÉTICA

18.03.2019 10:57

                                     TRABAJANDO LA IMAGINACIÓN POÉTICA

En el confín oriental de la provinia de Jaén y casi abrazando a sus hermanas limítrofes: Albacete, Granada, Murcia, existe un pueblo-vergel, llamado Segura de la Sierra, uno de los pueblos más bellos de España: arquitectura geográfica, castillo milenario, plenitud de arbolado pinariego, "Yelmo" desafiador de cumbres, en las que asientan su vuelo las águilas, historia dormida entre las piedras centenarias, vida plácida, sana, aderezada por las brisa o vientos serranos que la acarician o azotan, en función de los caprichos de la Naturaleza. De estar acariciada por el mar, habría que comparársele con la fortaleza de Bellver, cercana a Palma de Mallorca, tan minuciosamente descrita por Jovellanos. La impresión visual, de lejos, no es idéntica; pero la imaginación poética hace ver que Segura de la Sierra, con su caserío en la roca desgajada y su brava silueta,sin mar y con rios sonoros, es también torre de homenaje, mutilada por el tiempo, dónde los heroismos y las aventuras se dieron cita. Bella vista, que eso quiere decir en antiguo catalán, Bellver.

"La venus de Andalucía" (bis)

tallada en la roca dura,

en la sierra más bravía

y repleta de hidalguía.

El paisaje nos subyuga, y no con violencia de contacto poderoso, sino con dulzura de idilio sutil. Las casitas, a la mano, en callejas escalonadas, semejan ovejuelas en abrevadero. Del edificio municipal al trazado de un mirador espléndido--cornisa urbana en paramento firme--¡qué visión más asistida de fantasías! ¡ qué escenario de valles, montañas calcareas, roturas ingentes para guarida de animales en selva, qué gama de colores y matices, rebeldes a la uniformidad formal!. Y a nuestro lado, la fuente imperial de Carlos V, el arco de entrada al municipio--vigía laborioso y enamorado de todas las excelencias de Segura-- el monumento a Jorge Manrique, a modo de plácida lectura, enseñando su contenido al Yelmo y su Castillo esbelto y armonioso, encaramado en la cúspide rocosa, las ingentes masa arbóreas que dan vida al recuerdo  de los palos mayores de las naves capitanas, las húmedas y peladas cárcavas, el peligro del abismo en que la vista se pierde....Hasta la nota folkórica-taurina de sus corridas de toros en las faldas de su Castillo y siempre El Yelmo gigante y desafiante, que inspiró la silva famosa de D. francisco de Quevedo y Villegas.

En definitiva, amalgama ded bellezas que habrán de inspirar en el visitante el deseo incontenible de llevárselas--alma adentro--para alimentarel recuerdo permanente, dichoso, de las más auténticas bellezas naturales de España, especialmente de Andalucía.

                                                                 Andrés Quero Moreno