ESCUDRIÑANDO EL PASADO SOCIO-CULTURAL DE LA PUERTA DE SEGURA

10.10.2015 11:39

                                                  ORIGEN DEL FOLKLORE PORTEÑO


No hay nada más universal que lo regional. Lo regional guarda los valores eternos de las cosas y por eso es fundamentalmente universal. Los pueblos, todos y cada uno de ellos, tienen peculiaridades propias que los diferencian de los demás, estribando ahí, precisamente, lo variadísimo de nuestro folklore regional.
     La Puerta de Segura tiene su folklore propio, innato y sabrosísimo en todas sus variedades. Nuestro folklore no es un disfraz que se ha comprado, es propio, secular y con una profunda aptitud  psicológica colectiva, en la que todos son protagonistas en las distintas facetas del mismo.
      El folklore como ciencia, estudia las tradiciones, creencias y costumbres de las clases populares y, en este caso, nos referimos simplemente, a su faceta oral y rítmica, que es, en definitiva, el objeto de nuestro estudio, el cuál nace del pueblo y para el pueblo, en cuyas letras se narran escenas de celos, de amor, de vergüenza o de venganza.
      En el año 1.975 nos recordaba la gentil cantante Antoñita Moreno que, en secuencias para Televisión Española, gravó en nuestras calles y plazas, la letra del fandanguillo de la Puerta de Segura, llamado el “Chipirichape”.

                                           Son tan buenos mis pañales
                                          como a los que a ti te pusieron
                                          hijo de tan buenos padres
                                          lo que no tiene es dinero,
                                          ¡la vergüenza es lo que vale! 

Haciendo un estudio retrospectivo del folklore local, conviene recordar que en el año 1.870, concretamente el día 2 de Febrero, actuaba por primera vez en nuestro pueblo el folklore rítmico y sonoro. El organista Benito Huertas Cisneros ofreció un bello concierto sacro en la iglesia parroquial de San Mateo y, ese mismo día, actuaba una banda de música de unos ambulantes titiriteros. En 1.910, don Gregorio Marín, se hace presidente de una banda o agrupación musical de reciente creación, compuesta de veinticinco profesores, todos ellos nativos y braceros de profesión y que tenían un fuerte amor y profunda vocación por la música, que, al decir de Napoleón, es el menos molesto de los ruidos. Estos buenos hombres ensayaban hasta que los rayos del sol del nuevo día les avisaban con sus destellos resplandecientes. Este sacrificio, unido a la discriminación  de los directores de los casinos Liberal y Conservador, que les hacían tocar a cualquier hora del día o de la noche, y con una paupérrima remuneración, iba debilitando el ánimo de los componentes,  hasta que desapareció un lustro después de su creación. No podemos omitir la figura de don David que, al frente de su agrupación musical, hizo su primera salida en el óbito de don Francisco Palazón, como si la muerte presagiara la corta vida de aquella época cultural. Este buen hombre era trabajador y bondadoso. Consciente de su responsabilidad, se entregó a la enseñanza de sus nuevos alumnos. Director y compositor, corrió la suerte de todos los artistas de su época que, incomprendido y marginado, se alimentaba de los buenos modales de sus convecinos y del aire perfumado de nuestra romántica serranía. De aquella época gloriosa y cultural para La Puerta de Segura, no podemos olvidar la figura de Teodosio Sánchez Martínez, que, en  las postrimerías de su longevidad, tarareaba emocionadamente las estrofas de “La tienta”, un pasodoble que siempre figuraba en la programación.
          Si a todos los hombres les agradara la música, la humanidad sería más noble, buena, cívica y humana. Con estas premisas, Ildefonso Millán Martínez crea, en 1.945, una rondalla musical y un cuadro artístico con más de veinticinco componentes en música de cuerda, llamando poderosamente la atención en el entreacto de la representación de “El rayo”, obra teatral en la que tuvo también un rotundo éxito todo el elenco artístico. Esta rondalla interpretaba mazurcas, corridos y pasodobles y dejó un grato e inolvidable recuerdo. A los pocos años desapareció para siempre.
         Es necesario  seguir reactivando nuestro folklore- afortunadamente ya se dieron los pasos oportunos en su momento- seguir creando rondallas  y grupos de danza por toda la Sierra, para  que así se perpetúe nuestra tradición oral. Hay que iniciar un movimiento de solidaridad hacia ese bello arte que es la música que, como semilla traída por el viento o por los  pájaros misteriosos desde la otra orilla oriental del mediterráneo, haga florecer de nuevo en nuestra tierra de La Puerta de Segura.

ANDRÉS QUERO MORENO