LA MADERA DE SEGURA: COMO SE `PRODUJO SU REVALORIZACIÓN Y SU DESENLACE NEGATIVO

15.09.2021 13:48

La densa vegetación arbórea de la comarca de Segura abastecedora de madera a toda la cuenca del Guadalquivir hasta Sevilla y Sanlúcar quedó relegada desde comienzos del siglo XVII al abastecimiento de una reducida zona formada por tierras de la Mancha, Reino de Jaén y Reino de Granada, debido en buena parte a la comercialización de maderas extranjeras realizada por flamencos en Cádiz, Sevilla y otros puntos del Guadalquivir desde la segunda mitad del siglo XVI. No debieron de quedar muy alejados de ello los pleitos mantenidos entre los ubetenses, tradicionales comerciantes del pino segureño y los sevillanos deseosos de acaparar dicho tráfico.

El repliegue comercial perduró hasta los comienzos del despegue en la construcción naval española, iniciado en el siglo XVIII, con la búsqueda de nuevos recursos que aprovisionasen de madera los arsenales y correspondientes astilleros en orden al mantenimiento de una política atlántica, aspiración común de las grandes potencias occidentales. En este ámbito se enmarca el nuevo interés por la madera de Segura.

Todavía durante el primer tercio del siglo XVII los bosques de Segura no registraron más talas que las esporádicas realizadas por los carreteros para su comercio con las poblaciones vecinas. Esta decadencia de la comercialización maderera estvo en la base del auge experimentado entre los habitantes de la comarca en las actividades agrícolas respecto de las que practicaban en el siglo XVI, y no dejó de influir en la decadencia de Úbeda.

La nueva revalorización de la madera segureña llegó de las manos de los agobios experimentados en 1732 y 1733 por el Gobierno insuficientemente abastecido de maderas para la fábrica de tabacos de Sevilla. El recuerdo de las maderas que en otros tiempos bajaban por el Guadalquivir indujo al superintendente del Tabaco don Sebastián Caballero a enviar unos comisionados que recabasen en Segura la madera necesaria. Una casa comercial ubetense fue la encargada de efectuar una remesa de 8.000 palos de todas medidas aguas abajo del Guadalquivir que posibilitaron la conclusión  de la fábrica de Tabacos, sobrando un excedente cuya venta resarció el Gobierno de buena parte de sus gastos.

Los buenos resultados indujeron al establecimiento de un comercio de maderas con el nombre de Real Negociado a cuyo almacén en Sevilla comenzaron a llegar cada año los palos cortados en las sierras de Segura. Los acalorados debates del Negociado con los pueblos de Segura-Alcaraz a causa del pago de los árboles dieron pie a la Corona que en 1748 publicaba una ordenanza por la que se declaraba a la comarca como Provincia Marítima, a la vez que anulaba las Ordenanzas de 1580, más favorables a los vecinos de la Sierra. Los límites de la Provincia Marítima se extendieron más allá de los de Segura, abarcando un total de 51 pueblos asentados en términos de Jaén,Albacete, Granada, Ciudad Real y Murcia, pero la cabeza del ministerio se estableció en Orcera (hasta el momento arrabal de Segura).

A partir de su constitución fueron dos las instituciones---Marina y Negociado-- que se dedicaron intensamente a la explotación maderera de estas tierras, alternándose entre ellas desde 1764 las cortas anuales , que oscilaban entre 3000 y 4000 pinos  que en un periodo de siete a diez meses bajaban desde Segura hasta Sevilla siguiendo el curso del Guadalquivir. Los montes fueron casi esquilmados, no tanto por la tala cuanto por el descuido y destrucción de los mismos. De los 380 millones de árboles contabilizados en la zona en 1751, descendieron a 280 según el cómputo de 1789, perdiendo las sierras 100 millones de árboles, buena parte de ellos podridos tras su abandono después de cortados, bajo la autoridad de la Marina que se autodenominaba conservadora.

 

Los municipios y particulares de la Provincia Marítima debieron de soportar la expulsión de sus ganados de los montes y la prohibición de roturaciones, lo que les indujo a realizar numerosas quemas y talas de árboles, que a su vez, crearon duras tensiones y una conciencia colectiva de odio al árbol, que aún perdura en el día de hoy, escibía un testigo de los hechos en los inicios  del siglo XIX.

 

 Con la nueva ordenanza de montes de 1833, la provincia marítima de Segura quedaba reducida únicamente a las tierras de la cabecera del Guadalquivir. En agosto de 1836 cesaba el ministerio de Orcera y el 9 de noviembre del mismo año se quemaba el archivo del mismo.