MIRANDO AL PASADO

27.11.2015 10:45

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REFLEXIONES, RECUERDOS Y EVOCACIONES PORTEÑAS

 

 

Cuando en nuestro caminar por el breve sendero de la vida se llega a esa edad en la que los recuerdos son mas que las esperanzas, es un puro deleite volcar el alma en la evocación desde una lontananza ya casi irreal, de aquella juventud repleta de ilusiones, alegre y despreocupada, apenas turbada por triviales congojas que ahora nos hacen sonreír.

       Pocas sensaciones mas dulces y placenteras cual la de entregarse a esa recordación que, como arte de encantamiento, disipa las brumas de la memoria y hace que las personas y cosas que llenaron nuestros días lejanos recobren su contorno, despertando en nuestro corazón las mas inefables emociones.

        Ortega y Gasset, cuya alta calidad literaria corre pareja con la profundidad de su sentimiento, como es sabido de todos, después de decir que la virtud de emocionarse delicadamente es una de las cosas mas altas que cabe imaginar, ha escrito estas bellísimas palabras: “Cuando llegamos a la madurez nuestro yo juvenil no ha expirado todavía: nada muere en el hombre mientras no muere el hombre entero. El yo pasado, lo  que ayer sentimos y pensamos, vivo perdura en una existencia subterránea del espíritu. Basta con que nos desentendamos de la urgente actualidad para que ascienda a flor de alma todo ese pasado nuestro y se ponga de nuevo a resonar…… recordar es volver a lo pretérito y hallarlo aún vivo y vibrátil como un dardo que sigue en el aire su carrera cuando el brazo que lo lanzó ya descansa”.

        Íntimos y entrañables sentimientos, que como poderoso imán, me atraen  a mi particular “terruño”, que me obligan a desalojar de mi mente los afanes y sinsabores cotidianos, a vivir la alegría del ayer, iluminando mi alma con los recuerdos más queridos que tornan de nuevo, sacudiendo el polvo del tiempo, porque por encima de todo, la amistad, - la más entrañable prenda entre los humanos- surge como un sentimiento que la distancia y el tiempo pueden sepultar en nuestro corazón como algo vaporoso y espectral, pero que si es verdadero, como es el que nació en la mocedad, basta la más leve brisa para resucitarlo.

      Por eso, cada vez que visito mi querido pueblo, viene a ser como una jornada confortadora, como un canto de Fe, bella como una  ilusión, alegre como una esperanza, y vengo a recordar con placer, los sitios y lugares que recogieron mis primeros juegos y que al mismo tiempo, fueron testigos  de alegrías y desazones, sin olvidar, como es obvio, que algún día, emprenderé la gran travesía de la que no se retorna, pero con el deseo, que mi espíritu quede anclado para siempre en la tierra que me vio nacer.

        Como si se tratase de una necesidad que el destino me impusiera, pienso cada mañana en ti, encantadora Villa y ya tengo enfilada la quilla de mi hipotética nave, que allí me conducirá.

      Quiero volver a ti, pueblo querido, que en ti al nacer viera la luz primera, un gélido y nevado día de invierno, un día que siempre he revivido.

       Anhelo poder abrazarte-como si de criatura tierna se tratase-, recordando una niñez sutil e ilusionada y cuyas horas felices ya pasadas, reavivan mis deseos  acumulados de retorno, que se han ido acrecentando en la misma medida, que mis prolongadas y forzosas ausencias, hasta echar aquí raíces, en tierras jerezanas.

       Y aquí ya, un velo grueso que cubra desengaños, que tape mil trabajos, tristezas, alegrías…….que si me dio la vida lo que yo le pedía, también me ha quitado energías, acumulando años.

        Pero ahora ya embalados en la recta final, sin saber si está lejos o cerca nuestra meta, confirmo mi deseo cada mañana de volver algún día a mi pueblo, a descansar eternamente, cuando El Altísimo, así lo disponga......

 

                                            ANDRÉS QUERO MORENO